jueves, 28 de marzo de 2013

Enamorarme de ti fue la parte fácil, lo difícil habría sido no hacerlo

Desde que tu madre te coge en brazos, recién nacido, ahí empiezas a ser un pájaro más de esta jaula. Te educan siguiendo unos cánones, pero, ¿alguien se ha preguntado si esos son los adecuados? Entonces, si esa fuera la manera adecuada sería inexplicable que en vez de rebosar los bolsillos de muchos jóvenes de céntimos y de chicles, lo haga de esos ``polvitos mágicos´´ blancos. ¿Por qué hay que coartar la capacidad de un niño de ir más allá de lo que ve, de preguntarse? Estamos cansados de ver a adultos cuya capacidad de investigación intelectual es mucho inferior que la de un crío. ¿Por qué se nos tapa la boca cuando preguntamos por qué estamos en este mundo y adónde iremos cuando desaparezcamos? Llega una edad en la que te cuentan que ni te ha traído al mundo una cigüeña, ni que existe un ratón fabuloso que convierte tus dientes en monedas de euro ni nada parecido; y nos sentimos tontos. Tratamos de acomodar el mundo a nosotros, cuando olvidamos que nosotros somos para el universo como cucarachas. Pensándolo así, para él somos parásitos que únicamente nos dedicamos a torturarlo fabricando tecnología inimaginable y a castigarlo con las trampas químicas y la contaminación más moderna. Entonces, ¿con qué derecho podemos encasillarlo bajo leyes y teorías científicas? Ayer fue así, pero nadie sabe como será mañana. Y sí, puede que a esa mente infantil que le cortas las alas inocentes de la imaginación sea quien estaba más próximo a saber lo que iba a suceder. ¿Por qué alguien ha dicho que tenemos que tener un busto descomunal, una sonrisa resplandeciente y medir tres metros? Que yo sepa, no existe una regla que diga explícita ni implícitamente qué es bello y qué no. Si hay más de seis mil millones de personas en la Tierra, con sus respectivos ojos, ¿no será que es algo subjetivo y que hay una belleza particular en los ojos de cada uno? Y claro, todo esto se sigue con haber que tener un expediente académico de diez, veinte carreras y trescientos másteres y si no, claro está, eres un despojo humano. ¿Quién ha dicho eso? ¿Por qué tenemos que establecer desde tan jóvenes una competencia tan abismal desde que nos preguntamos por primera vez ese dichoso ``¿y tú que has sacado?´´? Todos conocemos personas brillantes cuyas notas no se corresponden con su inteligencia, entonces, ¿por qué le damos tanta trascendencia a unas hojas de papel?Y lo más irónico es que nos quejamos de que cada vez somos más infelices e inconformistas.

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