sábado, 16 de febrero de 2013

Fuimos todo y por tu culpa ya no somos nada.

Dices que no, que ya se acaba. Que vuelva o no, tú ya te has ido. Pero es que escuchas unos pasitos detrás de ti, y es él, si, él, de nuevo. Una vez más. Y ya te empiezas a pensar.. ¿me quedo? ¿me voy? ¿qué mierda hago? ¿y tú, que mierda quieres? Siempre las mismas preguntas. Siempre en el mismo sitio, sin avanzar. O te vas o te quedas, pero ahí, en medio, no te puedes quedar. Lo peor es que yo también quiero que seas tú el que este ahí. Lo peor es que yo por mucho que diga ‘no’, siempre acabo cambiándolo por un ‘joder, que digo, ¡SI!’. Pero siempre. Y no me gusta, es como si juegas a la oca, y tiras, y avanzas, avanzas, avanzas, y llegas a la última fase, al último cuadrito que te dice que solo estas a un paso de ganar, a una tirada de dado, y dejar de jugar, y llevarte la victoria. Pero entonces tiras, y te das cuenta de que justo en medio de tu casilla, y el final, había algo. Estaba la misma casilla de siempre, esa que nunca, jamás, consigues superar. Y ahora, tienes que volver a empezar, viendo como todos avanzan, todos menos tú. Empieza el juego de nuevo.

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